Había una vez, hace mucho tiempo, una pompa de jabón que, según la leyenda, duraría eternamente si encontraba un reino lleno de príncipes y princesas.
– ¿Y cómo sabré que todos son príncipes y princesas?
– Si lloran y al verte sonríen, lo serán.
Pasaron muchos, muchos años y jamás encontró ese reino. Hasta que un día alguien regaló un pompero que se guardó en un ajado maletín y ese maletín se puso de viaje…
La pompa jamás había visto semejantes portadores, con esas ropas estrambóticas, esos peinados, las narices tan rojas y aquellos objetos tan sumamente raros. Había incluso una caja que se tiraba sonrojantes pedos y un objeto misterioso al que llamaban sacapupas y que nadie sabía utilizar.
La pompa permanecía expectante en su pompero mientras aquellos personajes corrían a lomos de un caballo sevillano y cazaban mariposas. De repente hubo silencio. Y la música comenzó a sonar al ritmo de suaves palmaditas, la pompa se agitó bien cómoda en su pompero, ya que en los reinos la música siempre sonaba, pero decidió esperar. El viaje continuaba y oyó cómo se hinchaban unos globos para dar lugar a flores y espadas y cómo se pronunciaba un extraño conjuro «macarroni macarroni pasta con peperoni» que hacía que sus portadores se durmieran, desaparecieran lunares y animales un poco locos surgieran de alguna boca. Todo gracias a la magia, no de aquellos seres estrafalarios de nariz roja, sino de sus testigos. Y siguieron viajando…
Pero la pompa estaba un poco desanimada porque, a pesar de que en aquel sitio se hacían las cosas propias del reino, aún no había ocurrido la prueba final.
Y llegaron a una habitación y volvió a sonar la música. Pero no hubo risa, sino dos ojos enormes que se enrojecieron y de la cara de sorpresa comenzó a surgir una lágrima y un enorme puchero que dio lugar al llanto… Alguien cogió el pompero, lo agitó y sin, haberle pedido permiso a la pobre pompa, la lanzó a la aventura. Puuuuuif! Y volvió la magia. El puchero desapareció y dio lugar a una enorme sonrisa y unas manos juguetonas que querían tocar las pompas con los dedos. ¡Ahí estaba la prueba! Para siempre…
Y la pompa viajó por su nuevo hogar viendo a los príncipes y princesas olvidar por un momento goteros, vendas y tubos. Y los reyes y reinas más valientes de todos los reinos (que se llamaban papá y mamá) aparcaban sus caras preocupadas, daban palmas, buscaban lunares y cantaban canciones con los demás.
Era el mejor reino del mundo. Porque tenía la magia de la sonrisa…
Y desde ese día la pompa aún sigue viajando por su reino, esperando que vengan más pompas para poder compartir la… Magia.
Lo prometido fue deuda y volvimos, esta vez Lunática, Cocorina, Heleglobina y Rizirrubina de la mano de SED. Pero ahí no acaba la cosa porque más amigos volverán, y es que las buenas historias no tienen final….
Lunática.
Estupenda narración , Lunática , mis felicitaciones , tú sí que llevas la magia en las manos , eres supercalifragilisticoespialidosa !!!!
besitos de Cocorina , esa rara gallina muahhhh!!!
No quisiera repetirme Lunática pero me encanta verte tan implicada en estos telares con tu nariz y tu pompero a cuestas.
Un saludo
Carolina