-1, o, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7… 7a planta del hospital y lugar de destino. Qué alto. Qué vértigo. Qué apretados. Calla Besucona. Qué nervios Tiritina. Déjamelo Pirueta. Y es que los ascensores no están hechos para zapatos tan enormes, ¿qué hora es? No tengo reloj pero sí tenemos prisa, vamos nerviosos, pero la curiosidad supera cualquier nudo apretado en el estómago.
¿Qué pensar dentro de un ascensor? Todo y nada resumido en un cuadrado y aún no se si la que sube sigue siendo Andrea o ya es Lúnática, o es una mezcla, o quizás ninguna de las dos. Pero al final las puertas se abren y llega la transformación, un ayúdame, un vamos a hacer, un ánimo chicas vamos a por ello… Y la acción comienza con pompas de jabón, bailando en la habitación, con una entrevista de revista del corazón o un podemos cantar esa o aquella canción… Toda respuesta es válida, se acepta el no y también el sí, aquí es el mundo al revés, que debería ser al derecho, porque una sonrisa o una mirada no tienen precio.
Tiritina suspira.
Lunática mira hacia el cielo.
Besucona arquea las cejas.
Pirueta baila un tango.
Click!
Y cuando el reloj marca la deshora volvemos a coger el ascensor, sigo sin saber si la que baja es Andrea o Lunática… 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1, 0. Hola ciudad, hola frío.
Llueve, y es gracioso, porque los días más feos siempre acaban siendo los más hermosos.
Gracias a todos, pequeños, familias, hospital, por dejarnos ser un poquito más vosotros. Gracias por enseñarnos a contar la vida en sonrisas. Nos vemos el próximo viernes.
Un beso.
Lunática.