“Pasillos…pasitos”. Toc-toc… ¡Anda, qué gorro más bonito! ¿Me lo prestas? Necesitamos ayuda para abrir este trasto, ¿nos ayudáis vosotras?, ¡uf! Mi robot está roto, no me hace caso. ¿Quieres probar a ver si te obedece a ti? Y así cada puerta de esos dos pasillos, con prudente ilusión.
Cerramos la puerta al salir, pequeños pasitos hasta la siguiente mientras se mezclan nuestras miradas de payasos envueltas en emociones y realidades. Siempre sorprendidas, y en este caso se junto la agradable sensación que el equipo sanitario nos dejó. Amables, dulces, simpáticas… y me siento bien, ya no por el trato hacia nosotros “los payasos” sino porque sé que las personitas que ocupan esas habitaciones se sentirán como nosotros. No es lo mismo un pinchazo, una cura con una sonrisa, con una palabra amable. Si…me gusta pensar que hay ángeles con bata blanca.
Jeringueta.