La magia son sus risas. Reflexiones de Pachucho, que me hacen pensar que clowntigo es algo mágico. Porque sin risas, clowntigo no late, ni respira ni vive. Necesita esa magia.
Cuándo íbamos a coger el ascensor y llegar al mundo de la tercera y la cuarta planta, nuestra acompañante nos preguntó si estábamos nerviosos. Fonendín, que tiene una parte de Ismael, inevitablemente se pone nervioso. Y entonces soplas, expulsas los miedos y te quedas absorto mirando al infinito, sabiendo que dejas atrás quien eres y te conviertes en otra persona. En tu clown. En Fonendín. En Pachucho.
Y vuelves a recorrer los pasillos esperando a estar frente a una habitación. Una mirada, unas palabras de ánimo, y adelante. Cuando cruzas la puerta y ves el escenario, no hay vuelta atrás. Número, improvisación,… ¿Importa? Juguemos.
Puede ser que te encuentres una niña que tiene miedo de estar en el hospital, y que se comunica moviendo la rodilla. No hay duda de que es esa doctora que estuvimos buscando para curar a Pachucho y bailamos a su alrededor cuando logra su cometido. O que un niño busque desahogarse contra dos personas con batas blancas, en cuyo caso nos encanta ser su diana y recibir toda esa mala energía y convertirla en una sonrisa. Somos como aparatos de teletienda que intentan transformar los malos momentos en algo agradable, solo que no nos vendemos ni nos regalamos, nos damos y vaciamos.
En esos pasillos te encuentras con viejos amigos saharauis que vienen y van, y en el camino, se comunican no con palabras, sino con miradas y gestos. Hay momentos en los que el mundo se calla pero no deja de comunicarse. Momentos en los que un pequeño busca tocar, acariciar una nariz roja y escuchar un sonido, o que simplemente ve derrumbarse en el suelo a un gigante, y te recompensa con su risa. Y vuelves a caerte solo para volver a escucharle. En esos momentos se para el mundo, pero no sus actores. Se detiene el tiempo mientras intentas atesorar esos momentos antes de girar la cabeza y saber que hay momentos en los que nuestra presencia no es necesaria. Nos duele, pero aceptar eso es parte de nuestro crecimiento como clowns.
Te vuelven a abrir la puerta y… no te ven. Pero te escuchan, te tocan y te sienten. Estamos aquí, por y para ti, para que escuches una cajita de música, acaricies a un perro o una mariposa y, como te dijo mamá, sueñes. Son tiempos para soñar.
Para soñar y regalar rosquillas, trastear con bolsos y ver como sentada en las rodillas de mamá ves a dos locos juguetear y tocar una flauta mágica. Tiempos en que la magia se convierte en potagia con trucos artesanales, con más voluntad que maña, con más amor por el clown y por vosotros que por salir exitosos de cada situación.
Son esos días de blanco y negro, esos en los que hay momentos geniales en los que una máquina te indica un momento de alteración y otros en los que vuelves a probar el sabor de un flop. Pero sobre todo son días rojos, días en los que las narices rojas asoman por esas puertas y te miran ojos detrás de ellas pidiéndote un poco de tu tiempo para intentar algo lindo.
Gracias por darnos tanto, gracias a todas las personas que hacen posible que clowntigo viva cada vez con más fuerza. Gracias.
La magia sois vosotros !!