Nuevo escenario. Sin la compañía de Pachucho. Sin nada preparado a conciencia. Y sin miedo, el flop es vida.
La camiseta con su corazón, los zapatos, la bata y el gorrito. Y la nariz. Fonendín volvía a estar en el hospital, en esta ocasión en el Hospital Virgen del Camino de Pamplona.
Caminando por el pasillo, buscando habitaciones donde la risa se convierte en idioma de pequeños, de padres y madres y de ese personaje estrambótico que toca música con un desatascador. Sintiendo más allá de lo que vemos nos creemos que se puede hacer una sesión de flamenco y sacar a bailar al padre y al abuelo, o que hay un pañuelo rojo que desaparece entre unas manazas.
Los protagonistas de estas historias, los que más alto ríen y los que te indican que un termómetro no se usa en la oreja y que te curan desde sus camas, aquellos que buscáis a vuestras mamás y papás primero, quizás buscando su mirada para ver que todos estamos en la misma frecuencia, vosotros sois los que dais sentido a que quiera volver y jugar con vosotros. En una habitación o en una sala de juegos, no importa el lugar mientras estéis dispuestos a recibirme y pasar un poco de vuestro tiempo conmigo. Porque Fonendín necesita a las personas.
Un clown es una persona con una nariz roja, llamado de muchas formas en diferentes lugares, recibido con expectación en algunas habitaciones y por lloros por otras, alabado por algunos y ninguneado por otros, considerado un loco o quizás el único que descubre que en la locura yace en cierta forma la genialidad.
Un clown vive de su público, y con él. Crece, llora, aprende, ríe y se frustra, busca y a veces no encuentra, abraza y es aceptado o rechazado. Como su público.
Y no se olvida de jugar. Con él, con ella, clowntigo.
clowntigo 
Bravo, Fonendín!! Un abrazo de todos los patos salvajes!